En este pueblo, las paellas no son como las de todos los sitios, con sus gambas congeladas y sus berberechos pochos. Las almejas a la marinera no llevan una simple salsa y para de contar. No, aquí las almejas y los berberechos son especiales porque son muy "ilustrados". Ya se sabe que viajar amplía horizontes y eso le pasa a las almejas de aquí. La gente normal compra los moluscos y los limpia, dejándolos desbabar en una bañera de plástico. Como mucho, en los buenos tiempos, es decir, en mi juventud, cuando el mar no estaba contaminado, bajabas a la playa (si vivías cerca de ella, como yo ) y cogías agua de mar para la faena. Pero no, aquí son diferentes. Meten las almejas en una cesta y se las llevan de veraneo. Y esto lo hacen amas de casa normales y corrientes, no seres extraordinarios o un poco diferentes. Cogen a los niños, la sombrilla y el cesto de las almejas. En la playa, depositan a sus vástagos en la arena, ídem con la sombrilla y ahora viene la maniobra esencial. El cesto con las almejas lo acercan a la orilla. Buscan unas rocas donde calzarlo y allí lo dejan. Toda la tarde de playa gira en torno al bienestar del preciado molusco. Las visitas se suceden. Lo giran, lo mueven de sitio según el avance de la marea... Todo esto se puede repetir en dos o tres tardes sucesivas. Pero lo mas gracioso es que lo hacen con la mayor naturalidad del mundo. La tarde que vi por primera vez este suceso, no salía de mi asombro, porque además la amiga de mi amiga que las llevaba ni siquiera era la dueña de los bichos. Le pertenecían a su hermana, que como estaba acatarrada y no podía ir, se las encomendó para que les diese un baño. Pero la tarde acabó en tragedia. Esta chica, la amiga de mi amiga, es decir la tía de las almejas, se entusiasmó con nuestra conversación tan amena y cuando se dio cuenta las almejas se habían escapado. De poco valieron los esfuerzos por cogerlas, por buscarlas, aunque media playa se solidarizó en el rescate. Fue una de las mejores tardes de mi vida, porque de verdad que el espectáculo era surrealista. Un montón de marujonas buscando unos pobres animales que huían hacia la libertad. Yo, por no quedar mal, hacía como que buscaba, pero sufrí con los esfuerzos para no reirme, no de la pobre mujer sino de lo absurdo de la situación (aclaro). No aparecieron. Al final se tuvo que quedar con la mitad de la cesta nada más, porque hubo unas cuentas pasmonas que no fueron lo suficientemente rápidas para escapar. La pobre mujer casi lloraba, a ver como le explicaba a su hermana la huída de Alcatraz en masa, porque al día siguiente era fiesta y había invitados. Yo, que nunca había visto que se sacara de paseo los ingredientes de la comida, pensé si sería buena idea llevar el solomillo del domingo a casa de unos vecinos que tienen vacas, pero me dijeron que no, que sólo los bivalvos van al balneario.
8 comentarios:
En mi vida vi eso de llevar la comida de paseo...en serio.
Por cierto, me gusta mucho el nuevo banner!
Pos sí. Yo tengo ganas de ver esto un día. El verano que viene me voy contigo a la playa (lo cual me recuerda que deberías ontar nuestro "percance" con el río... jajajaja).
El banner está guay; además, pega. Felicita al miembro (porque me imagino que será cosa suya).
Mi desván está muy ordenado y vacío, pero puse todas esas cosas para ambientar la foto.Un día hacemos una gira turística por los spas de almejas :)
Bienvenida Starkie.
Claaaaaaaaaaaaaaaaaro, un desván sin naaaaaaaaaaaada; sin tebeos ni cintas ni naaaaaaaaaaada. Sí, sí. No sé si decirle a mi madre que lo confirme... ¡Muajajajaja!
Gracias por la bienvenida, Blanconcia!!! oye, ¿puedo apuntarme a la gira por los spas almejiles de la costa gallega?
Claro que si, Starkie, organizamos una quedada la víspera de una fiesta y ya vereis, ya,lo divertido que es.
No sé cómo interpretar esa costumbre, si es cruel o, por el contrario está llena de compasión. Eso de sacar de paseo a las almejas, mostrarles la belleza del mar, la infinita libertad que representa, hacerles recordar su hogar...justo antes de cocinarlas y acabar con su vida... por eso me soliradizo con las fugitivas almejas de la entrada, a pesar de lo mucho que debió sufrir la amiga de la amiga cuando no tuvo qué ofrecer a sus comensales. Si las dejase en casita, como a los otros vulgares ingredientes(los guisantes, los tomates...), no le habría pasado nada.
P.D.: a mí también me encanta el banner, pero he de decir que un deván tiene que estar desordenado, es conditio sine qua non.
En este pueblo son así, se llevan a la playa al marisco y pasean al cerdo para que no se anquilose no cortello.Y se lo comen todo. Hasta comen gatos, pero de este tema prefiero no hablar, que sufro.
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