Lo más terrible de ser famoso, seguro que es tener que dedicar libros o fotos o la camiseta o la barriga de alguien. Imaginaos la situación: "Escríbeme algo", te dice una fan enfervorizada, y te enseña un bandullo abombado y y blancuzco. La impresión no te deja respirar, pero como ya estás hecha a estas lides, con una gran sonrisa le pones "con mucho cariño, Blaconcia Megaestrella". En realidad le habrías escrito de haber querido los Episodios Nacionales, pues en aquella tripa cabrían y sobraría sitio, pero tampoco se trata de aburrir a las amigas mientras lo leen, pues vamos, que si alguien te pide que le escribas en una parte de su cuerpo, no tiene la costumbre de leer a Galdós, como me dijo mi culto esposo que va a hacer este verano. Pero situaciones como ésta supongo que no tendrán que vivirlas los escritores, que como mucho firmarán un libro o una servilleta de bar. Porque hay gente para todo. Que estés tomando el pulpo a la feria un domingo en una pulpería callejera y te digan: "Me he leído todos sus libros", si sólo tengo dos piensas tú. Lo que pasa que como saliste en aquel programa de la gallega entrevistada por Piñeiro, resulta que ahora te conoce todo el mundo. Seguro que no te leyó, pero eres famosa. Con lo cual no tienes más remedio que firmarle en una servilleta que que pone Pulpería Rías Baixas. Con unas manos grasientas le escribes "Con mucho apetito, Blaconcia Megaescritora" Y aun encima a la tía parece no gustarle. ¿Pero qué le vas a escribir en momentos como esos? Pero este tipo de dedicatorias no son las únicas que tenemos que escribir a lo largo de la vida. Desde el libro que regalamos a un amigo, que quiere que pogas algo de recuerdo y tú le dices que es tu mejor amigo y lo adoras, lo que seguramente es mentira, porque si lo fuese no le habrías regalado el primer libro que viste porque no sabes sus gustos, o a ese chico que te gusta y le compras el libro de tu escritor preferido y resulta que cuando se lo das te dice, "vaya, un libro". Ya sabes entonces que nunca leyó nada en su vida, como mucho algún periódico deportivo, porque fijo que le gusta el futbol y todos esos deportes que se juegan en equipo y son aburridísimos, dónde todos los jugadores van vestidos con trajes horrendos, no los civilizados como natación o gimnasia. Aunque bueno, estas últimas olimpiadas fueron desastrosas. No se a quien se le pudo ocurrir ponerle esos bañadores horrendos a los nadadores, con lo mono que estaba Mark Spitz con su diminuto bañador de la bandera americana... Que me disperso. Tenía yo un autógrafo de este nadador, al que adoraba, que me había traído una prima mía de las Olimpiadas de Munich. Al cabo de los años me confesó que era falso, que compró la foto y lo firmó ella. No me disgusté porque ya era mayor, pero vamos, dejé de creer en el género humano, porque con los autógrafos de los famosos no se bromea. Las alianzas de boda, por ejemplo. Hay que hacerles una inscripción. Hay quien le pone "para el amor de mi vida", pero lo normal es ponerle el nombre, porque ahora la vida es muy larga y amores, esperemos que muchos. Bien, lo que hace todo el mundo es intercambiar los nombres. Es decir, en la de él pones el tuyo y en la tuya el de él. Pues no, conozco a una persona que no hizo así. Pensó que lo más lógico es que cada alianza llevase el nombre de su dueño, pues como son iguales, no vaya a ser que se confundan. De este sucedido hay dos cosas que no acabo de entender. Lo primero el tamaño, que siempre importa, como TODAS sabemos y en este caso también. Uno tendrá el dedo más grande que el otro. En parejas hetero normalmente el hombre, por lo que no se pueden confundir. Además la alianza se pone en el dedo y allí se deja hasta el día de la muerte, en que la viuda se coloca las dos. A no ser que lavándote las manos se vaya por el desagüe, pero eso querrá decir que como estás mucho más delgada es el momento de buscarte otro marido, por lo menos más rico. Lo segundo que no entiendo, es porqué dejaron ir a esa señora sola, porque era una señora y lo sigue siendo que es muy fina ella, a una cuestión tan peliaguda. Por cierto, esa misma señora, años más tarde, dejaría a su hija olvidada dentro de su cochecito en una tienda (después recordó que llevaba algo en la mano y volvió a por ella) Volvamos a lo que nos preocupa. Las dedicatorias. Yo creo que lo mejor es ir practicando para que la fama no te sorprenda sin saber qué escribir. Así que ya sabeis, que hago una nota para el super, una docena de huevos, pan de molde y "arrobas de felicidad para el resto de tu vida". Que le entrego a mi jefe la contabilidad del mes, "con cariño y gratitud". Que le firmo el recibo del certificado al cartero "Con mis mejores deseos" Ahora bien, cuando vayas al banco y te dice una firmita no le preguntes al empleado que si la prefiere en la espalda o en un brazo, pensará que eres familiar de la señora que se dejó a la niña en la tienda de su suegra y que otro día se marchó con el bastón de su pobre suegro impedido, porque llovía y pensó que era su paraguas.
Cronomaga Rauyen
Hace 8 años