La verdad que no hay por qué salir de casa para disfrutar de este puente maravilloso. El Pomelo (que sepa todo el mundo que me lee, es decir, muchíiisima gente, que me encantan los pomelos) y yo nos íbamos a ir de puente a Madrid a ver la exposición de Bacon. Como de costumbre, Volty encontró para ella y su apéndice unos billetes baratísimos, pero no se por qué será, que cuando fui a mirar los nuestros, resultaban fuera del alcance de cualquier persona sensata. Como ultimamente hemos decidido ahorrar para el porvenir, porque como dice mi sobrina la pequeña "hay que tener dinero para toda la vida, porque te puedes quedar en paro" (ya tiene destinada una cantidad para esa circunstancia), decidimos que no, que nos quedábamos en casita en el puente y que ya iríamos a la exposición cualquier otro fin de semana, si no enfermamos, no se nos cae la casa, se nos estropea el coche o se pica el loro. El puente dejó de ser puente, porque resulta que solo hay puente si se sale de viaje, pero hoy es San José, festivo y brilla el sol. Lo del santo me trae sin cuidado, porque ni me llamo Josefina, ni hay padres ya en mi vida, por lo que hoy es un festivo y punto, que se me está atragantando lo de San José, que no se por que el día del padre tiene que ser el de ese santo, que sólo fue padre de adopción, pero bueno, fue buen padre, porque se tragó lo de los ángeles sin rechistar. Con los problemas que tienen hoy tantas mujeres para conseguir embarazos, podrían traer ángeles del cielo para fecundarlas, aunque fuesen angelitos negros y no querubines sonrosados. Casi mejor, que lo de los querubines parece como si te fueses a convertir en una delincuente sexual, por lo menos. Aunque bueno, que si miras las ilustraciones de la Historia Sagrada,como se llamaban en mis tiempos aquella biblias infantiles y edulcoradas que nos regalaban cuando hacíamos la Primera Comunión, los Arcángeles estaban de muy buen ver y el que se Anunció a María era un arcángel, no un angelito del limbo. Pues a lo que iba, que yo de Angeles no soy muy entendida, aunque antiguamente creía que sólo había tres arcángeles, San Miguel, San Gabriel y San Rafael, resulta que no. Un día conocí a un chico en un chat que me explicó muchas cosas de los alados, pero como era tan pesado, el chico, pues no me leía todo lo que escribía por lo que no me enteré de mucho. También había en casa algún libro sobre el tema, porque durante una temporada estuvieron muy de moda...me estoy aburriendo soberanamente, con los ángeles, San José y aquel chico que se llamanba Azrael como el angel de la muerte. No se llamaba, era su nick, claro, porque yo no conozco a nadie que se llame así, aunque hoy en día que las madres ya no saben que nombre ponerle a sus hijos, todo es posible. Pero yo quería hoy hablar de los pequeños placeres de la vida. No fuimos de viaje ni estamos viendo pinturas en El Prado, pero yo estoy divinamente en mi casa. Resulta que en nuestra nueva vida de sensatez, llamamos a un hombre para que nos remozara un poco los exteriores antes del verano. Eso de aprovechar el fin de semana para ponernos como posesos a desbrozar y limpiar, de momento no va con nosotros, vamos que prácticos sí, pero seguimos siendo igual de vagos. Fueron dos días y medio de trabajo, aunque el medio te digo yo que le sobraba, porque tonta seré pero no tanto como para darme cuenta cuando se estira el tiempo, porque una leyó mucha novela de viajes en el tiempo y sabe de estirar y encoger el flujo temporal. Pues eso, que el señor vino a limpiar y nos dejó la huerta y la terraza preciosa de limpia y resplandeciente. Nos costó tanto como los billetes a Madrid, tanto no, pero casi. La verdad, si lo llegamos a pensar antes no nos hubiéramos dedicado a ser como la gente normal y ahora estaríamos, como señores, viendo esas caras tan feas que pinta Bacon, con perdón. Pero como el mal ya está hecho, yo estoy disfrutando del mal que deviene en bien y aquí me hallo. En mi terraza, con la supersombrilla abierta, el portatil en la mesa de jardín y yo como una escritora consumada disfrutando de la maravillosa vista sobre el mar y los árboles, de un pesado que ya los podía cortar que me tapan parte de las bateas, mientras tecleo estas frases. Estoy estupendamente instalada, con mi botella de agua con limón, a la que soy adicta, los teléfonos por si llama alguien y un libro de relatos de Connie Willis, del que ya me acabo de leer el primero. De lujo. De comer nada, que estoy a régimen porque ayer fui a la playa y me desbordaban las carnes. Por cierto hay tanto polen que tengo un paño de polvo a mi vera para limpiar el teclado de vez en cuando. Pues ya no digo nada más, que lo del wifi, la red local y todo eso es un chollo y casi voy a ver un capítulo de las múltiples series que me bajo. Aunque, limpiar sí, pero todavía no compramos la valla protectora a prueba de curiosos para instalarle al cierre, por lo que soy la atracción de mis vecinas, que en cualquier momento vendrán a asomarse a mirar, y me sentiré como un cuadro de Bacon, aunque eso si, más guapa.
Cronomaga Rauyen
Hace 8 años