viernes, 27 de noviembre de 2009

Nostalgia

Parece ser que cuando te vas volviendo mayor, recuerdas con mayor precisión los aconteceres de tu vida. Yo tengo muy mala memoria, es más, no recuerdo casi nada. Tengo amigas que rememoran con total exactitud aquel día de verano, lo que llevabas puesto y el estado de la mar. Yo no, no sé si el día era lluvioso, si mi pantalón era vaquero o llevaba una de aquellas faldas largas indias que usé en los primeros años de mi juventud. Es más, ni recuerdo aquel día ni aquel verano ni nada que se le aproxime. Nunca me importó demasiado, nunca fui muy dada a recordar hasta que me volví "más mayor". Total que más daba, si contaba con aquellas amigas elefantes, no por su volumen, sino por su memoria. Siempre hay ayudas para los recuerdos. Las fotos, por ejemplo. Ahora con lo digital, no hay problema ninguno, tiras cien fotos y captas cada gesto, cada inflexión de la cara. En mis tiempos, de carrete y costaba dinero revelarlas, con lo cual había que mirar mucho lo qué afotabas. Hay gente muy cuidadosa, que tiene sus fotos en álbumes, en la estantería y sin polvo. Yo no. Mis antiguas fotos en papel, están en una caja de zapatos algunas, otras posadas en una estantería, porque se van a escanear algún día que nunca llega y las más en cualquier montón de papeles encima de alguna mesa, porque se cogieron para mirar o enseñar y nunca más volvieron a su sitio. Perdí una foto estos días, una foto que me rescataba un recuerdo. Pero me es igual. Si llego a ser vieja de verdad, como mi genética me lo indica, me acordaré de aquel día y de muchos más. Pienso que podré acordarme del pasado como si fuese una película. Y si no es así ¿a quien le importa? ¿De qué valen los recuerdos, si no están las personas con quien los viviste para poder compartirlos?

9 comentarios:

Caaal dijo...

Los recuerdos que se vivieron con quien ya no está sirven para juntarte con otros que también recuerdan a esa persona y compartir los momentos que cada uno vivió con ella. También sirven para contarles a quienes no la conocieron por qué es una pena que no hayan podido hacerlo. Sirven, asimismo, para entender por qué echas de menos a esa persona que ya no está (obviamente, si no recordases nada de ella no la echarías de menos, pero a veces echar de menos es bueno porque nos hace felices saber cuánto nos ha dado alguien o cuánto nos han querido). Con respecto a los recuerdos malos... nos enseñan cosas, luego son útiles, y los atroces solemos maquillarlos inconscientemente con el paso del tiempo para seguir adelante, así que no hay problema. :P

Blaconcia dijo...

Pero que sabia eres, querida Caaal... :)

Caaal dijo...

O sea, que tú puedes ponerte en modo cursi-sofístico y ¿yo no porque si lo hago reecibo vaciles? Boh, ¡este blog es una dictadura! XD

Blaconcia dijo...

Es que yo soy la dueña del desván, vamos que estoy al mismo nivel que la Ove :P

JM Beltrán dijo...

Yo soy muy del presente, pero una cosa que me gusta mucho es juntarme con viejos amigos y partirnos de risa con cosas de hace 20 años.
Las dos sois muy sabias, ... pero sin vaciles :P

Blaconcia dijo...

Es que somos de la familia :P
¿De hace veinte años? De la infancia poco hay que contar...

JM Beltrán dijo...

Que va, yo de la infancia es de cuando tengo más que contar, y sobre todo hace 20, que tenía 12 años. Las pandillas de pueblo dan mucho juego. En aquella época nos matábamos vivos dando tumbos de aquí a allá :D

Caaal dijo...

Beltrán tiene razón. Cuando me junto con esa amiga que lleva en mi vida tanto como mis padres (Blaconcia la conoce) es genial ponernos a recordar lo que hacíamos a los 6, a los 12, a los 16... ¡Es lo mejor! A veces, como ella apenas tiene memoria en general (es capaz de no recordar qué hizo cuatro horas antes), me usa para recordar cosas de su vida, como preguntarme qué le gustaba hacer y qué comida no le gustaba, jajajaaja.

Blaconcia dijo...

Pues mis recuerdos creo que empiezan a partir de los quince años o así. De antes sólo tengo imágenes muy aisladas.