Por desgracia se acerca la Navidad. Como todas las personas de cierta edad, la odio. No voy a caer en lo que todos decimos, "estas fiestas sólo son alegres cuando eres niño" o "cuando te empieza a faltar gente, ya no te gusta", ni todas estas obviedades, que por ende reflejan la realidad. Tras la Nochebuena, que siempre terminamos cantando como una ola y cosas así en el karaoke casero, viene el fin de año y con él viene el viaje. Los últimos años nos fuimos con mi hermana Volty, que no tengo otra y su familia. El primer año fue a remojo. Balneario, baños calientes, comidas clericales...Todo muy idílico pero no tanto. El balneario era cutre. No malo , ni sucio, ni horroroso, simplemente cutre. La elección fue mía, así que no tengo a quien culpar. No dormí nada de nada. Aquella calefacción a cincuenta grados, aquellas camitas de hostal barato...Imposible conciliar el sueño. Pero las piscinas...Bueno, la exterior. Bañarse de noche (porque oscurece pronto, porque a las ocho como que cerraban) en el agua calentita, con aquel frío que te cortaba las aletas de la nariz...Me sentí como David Meca , aunque en valiente, que a él le daba miedo la noche. Cierto que en la piscina no había medusas, pero estaban las pirañas de mis sobrinas, que si no te lanzan un bocado es porque una cuida mucho la dentadura y la otra porque es muy escrupulosa. Cuando llevabas un ratillo parecía como que bajaba la temperatura y entonces te ibas a las interiores, con sus chorros y su agua calentita. Aunque hay que tener cuidado de no abrir la boca, porque mi cuñado agarró un virus que no soltó hasta que se lo pasó a su hija pequeña, y yo creo que fue de tragar agua. Otro año nos fuimos a Espiño. Magnífico viaje, que bien comimos.. Todavía me duele el estómago. Qué desayunos me gastaba. Llenaba los platos de todo y después me daba pena dejarlo y me lo zampaba. Pero lo nunca visto, lo jamás admirado, el buffet de primero de año. Retendré en mi memoria por los siglos de los siglos, aquella mesa central larga repleta de manjares cada cual más sabroso que llegaba hasta el infinito. Aquella otra llena de quesos y aquellos postres...Sin saber qué comer por miedo a no poder probar el resto, observar con envidia el plato de los demás porque siempre tenían algo que yo no había cogido...La angustia que me asaltaba al no poder comérmelo todo. Esa es mi desgracia. El ser tragona y no tener capacidad digestiva para satisfacer mi glotonería. Como poder comer, puedo comerme todo lo que desee, porque muy pocas veces me siento llena, pero a la media hora ya todo me duele, todo me sobra y me estorba. Pero si puedo mirar. Y me encanta mirar los escaparates de las pastelerías, sobre todo la del Coral, imaginar los sabores, paladearlos, pero ahora ya no me queda ni eso. Porque como soy coleccionista de síndromes, hay uno que no tenía y que es raro, por lo que decidió poseerme. El famoso síndrome de Frey, que sólo es famoso para aquellas personas que comen conmigo. Pero estoy viendo que el tema me puede dar para una entrada nueva, por lo que lo dejaré para otro día, que ando muy escasa de ideas y no las venden en las tiendas. Menos mal, porque si llegan a hacerlo quien vería en los mercadillos diciendo a los vendedores a tres euritos la idea de Dios, que es de marca Paraíso.
Cronomaga Rauyen
Hace 8 años
5 comentarios:
Mmmm... Como te has acabado dispersando, ¡no has dicho nada de Lisboa! ¿¿Nada que decir sobre la cena de fin de año con conga y todo en aquel restaurante alemán?? ¡¡Una segunda parte a esta entrada YA!!
No me hables de las angustias en los buffets libres...Me fui el año pasado por estas fechas con mi ex a Oporto, y teníamos el hotel con desayuno, madre mía...lo que no me jarté de comer panecillos variados y tostadas "gordas" (pan de molde pero gordísimo) con mantequilla, zumos, yogures, fruta...mira! me lleno sólo de recordarlo.
A mi me espera un Fin de Año más o menos igual que los anteriores, así que poco hay que comentar al respecto...
Caaal:La cena de Lisboa no tiene nada que ver con el cerdito, el salmón entero y todas aquellas comidhuras de Espiño.
Starkie: todavía queda tiempo para organizar un buen fin de año. No desesperes.
@blaconcia: ¡tampoco lo del balneario tiene nada que ver con la comida de Espinho! ¡Que la entrada iba sobre el fin de año fuera, dispersa, más que dispersa! Cuebta lo del paso doble con acento alemán... No hagas como la otra bloggera y te guardes las cosas.
Vale escribiré una entrada nueva, pero que conste, que yo en mi blog hablo de lo que quiero.Pobre cerdito, que pena daba.
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