sábado, 2 de mayo de 2009

Negocios

Juan, anteriormente llamado Pomelo, y yo estamos pensando en montar un negocio. No sabemos muy bien con qué comerciaremos, pero estamos decididos a diversificar nuestra economía. En principio lo atenderé yo y todos los empleados que contrate, pero eso será después, cuando vaya muy bien. Estamos haciendo un estudio de mercado y un sondeo de opinión, es decir, "a mi me apetece...", pero de momento no nos hemos decidido por nada en concreto. Yo quiero una librería-café. Mira, si no vienen clientes por lo menos lees y te inflas a cafeína y bollos para matar la depresión. Ya tengo pensado en la manduca para acompañar los líquidos. Madalenas caseras(según la RAE se puede escribir con y sin g por si alguien no lo sabe) y bizcochos de jengibre y canela. Yo creo que es un negocio que podría prosperar; además, si no va bien, pues nos quedamos con las existencias y cerramos el chiringuito. También pensé que para no hacer mucha inversión, podríamos montar la librería "de viejo" con los libros que tenemos en casa, pero la idea no gustó mucho, es más, por la mirada que se me lanzó, más de una famosa, que demandan por nada, llevaría al que ya sería su exmarido a los tribunales. Yo no, que soy comprensiva y entiendo que cada uno tiene derecho a tener sus debilidades. Barajamos otras posibilidades. Un hotel de animales. Pero vamos a ver, si total alimento a cuanto gato hay por los alrededores, los llevo al veterinario, les administro anticoncepción y les pongo nombre, ¿por qué no ganar dinero con ello? No con estos gatos sin hogar, que pobres, nunca en mi casa les faltará un cacharro con pienso, pero sí con los perros y gatos mimados y gordos de la gente con mascota. La otra posiblidad es una hospedería rural. Reformaríamos nuestra casa para tal fin y nosotros pasaríamos a ocupar la casita (o cuberto) que también tenemos en nuestra propiedad. Pues no, que a este hombre nada le convence. Que si esos negocios aquí no dan, que si nadie lee, ¿por qué van a comprar libros? Y no se da cuenta que los comprarán porque si, porque se pone de moda, vamos, que lo pongo yo de moda en el pueblo como nada, hombre, que si quieren mis riquísimas muffins tendrán que adquirir un libro aunque sea de Pérez Reverte. Que lo lean o no, es asunto de ellos, que yo no me voy a meter en sus intimidades, pero comprar te digo que lo compran, Porque ¿acaso la gente no ve series? En toda serie que se precie hay una librería-café dónde la gente compra y se lleva su libro debajo del brazo y su café en su envase con tapita. Y se come las madalenas en plan guarrillo, a pellizcos. Y dejan los desayunos a medio comer. Que es algo que me saca de quicio, horas haciendo tortitas y jarras de zumo para que el niño se vaya con un plátano en la mano, el padre se beba un café y la idiota de la hija mayor diga que sólo quiere cereales. Que se me cae la baba viendo esos desayunos. Es como la historia de los bares. Veamos, serie tipo Doctor en Alaska, Mareas Vivas o la reciente Doctor Mateo. Un ser antisocial, sea hombre, mujer, médico, juez, psquiatra, tiene que ser una fuerza viva, porque si no no vale, anda ya no me acordaba de Men in Trees, tambien vale coach, bueno pues eso, que llega alguien al pueblo. Bien, pues esta persona que odia a los lugareños y la situación que lo ha traído a la comunidad, lo primero que hace es instalar sus reales en el bar más concurrido de la localidad. Pero, si no quieres tratarte con nadie, que piensas que la gente de aquí no está a tu altura intelectual, por qué demonios te pasas el día en un bar dónde además van los tipos más absurdos que nunca se han visto, que además rotan de serie en serie, porque las personalidades paranoicas son muy parecidas, la guapa también la hay en todas partes y si la serie es gallega también un cura. Nosotros también fuimos habituales de un pub durante unos años. Ibamos los viernes por la noche. La cosa empezó porque yo fui a unas clases de baile de salón una temporada. Juan, por supuesto, no acudía, yo creo que por timidez, porque a él lo del tango siempre le llegó al corazón; pero me esperaba a la salida. Comíamos algo en el mismo sitio y nos íbamos a tomar unas copas, porque de aquella éramos jóvenes y fumábamos, bebíamos y ... fumábamos. En aquel pub cutre conocimos a alguna gente, no tan característica como la de las series, pero la verdad es que había de todo. Al principio quedábamos en una esquina, pero como el dueño del local estaba también hecho para una serie, pues empezó a hablarnos y a juntarnos con los habituales de la noche de los viernes, que eran cuatro o cinco, del estilo de la clientela de Cheers. Fue una buena época, de sábados con resaca y sueño. Juan hasta llegó a tener una partida de ajedrez en la barra y todo. Pero un día Cheers cerró y mi alegría se fue como dice el tango. Nos quedamos sin peña de los viernes, porque lo de trasladarnos a otro sitio no venía al caso, porque ni éramos amigos ni nos veíamos fuera de esa rutina.Ya se sabe, por falta de audiencia se acaban las series. Tuvimos síndrome de abstinencia una temporada pero como pronto nos trasladamos a vivir al campo, cambiamos de vida. Ahora yo también tengo serie propia. Me reúno todas las mañanas a tomar un café con un grupo de mujeres, pero esa es otra historia, porque tengo que hablar del asunto de forma más detallada, de esto y de otras cosa, porque la verdad que me estoy reformando y cada vez mi escritura resulta menos caótica, hombre que ni siquiera nombré el castigo infligido por algún o alguna envidiosa que leyó mi entrada anterior. Los zapatos morados hacen que me salga un bulto en el pie. No es un juanete, como me dijo la falsa de Volty, que los quiere para ella, sino un quiste en el tendón por el roce. Pero ya dije que no voy a hablar de ello ni de nada más que está un día estupendo y nos vamos a dar un paseo, anda que también podemos montar un negocio de visitas guiadas por los alrededores. Tenemos que tomar una decisión pronto, porque en estos tiempos que corren hay que ser práctico.

11 comentarios:

Caaal dijo...

Nooooo, qué vaaaaaaaaa, nada caóticaaaaaaaa. XD

Mira, en lo del negocio me uno a Juan diga lo que diga, porque casi siempre coincidimos en esas cosas (nosotros y la mayor parte del laneta, claro, porque tienes unas ideas diaparatadas...). Asume que en tu aldea una cafetería-librería dura minuto y medio. La gente no lee y no quiere libros más allá de los que decoran el estante del mueble de la tele, que tienen el plástico puesto y todo. Y si te hacen daño los zapatos, no te los pongas, loca.

Blaconcia dijo...

Parece mentira tu falta de apoyo, es más, pensaba dejarte el negocio como herencia para que el día de mañana tuvieses un medio de vida digno y provechoso.

Caaal dijo...

Por cierto, resulta que muchas vees en las series y las películas, la comida que se ve se ha hecho para que dé bien en cámara y no para que sepa bien y por eso nadie come; además, sería un lío que los actores comiesen mientras hablan...

Blaconcia dijo...

Es que no tienen porque comer, cuando se cambia de plano desaparece un trozo de tortita, cuando enfocan al padre, fuera el huevo revuelto del hijo mayor... Y la comida es buena y de verdad, excepto muchos café y tés, que se ve claramente que la taza está vacía.

Starkie dijo...

Pues yo te apoyo Blaconcia...lo de la librería-café mola...no compres muchos libros primero...pero lo de los bollos con nombres sajones y los tés con mezclas exóticas le gusta a todo el mundo, hombre...

Y sino contrata a un camarero guapo que esté todo el día con un libro y verás como todas se aficionan a leer...jajajaja

JM Beltrán dijo...

jajaja, sí que dá coraje esos desayunos intocables, me da hambre ver todo lo que se queda sin comer.
Pero creo que Caaal tiene razón respecto a las series americanas, porque en las series y películas españolas los actores hablan mientras comen, y dá bastante rabia porque no se entiende ni jota.
De todas formas esos desayunos multitudinarios no me gustan, seré un poco raro pero en el desayuno me gusta estar solo.

En cuanto al negocio, no sé si habría algún negocio que funcionase en estos momentos. Pero el de café con libros me gusta. A mi me habría gustado montar una tienda de cómics, hasta que me di cuenta que para eso tengo que estar en la tienda en un horario, y ya me he acostumbrado a no tener horario y se me quitaron las ganas :P

Como siempre interesante entrada, algo ejem ... caótica, pero invita a reflexionar :)

Blaconcia dijo...

A Starkie: lo del camarero guapo, no es mala idea, pero si es muy guapo, ¿leerá? (también tenemos derecho, digo yo, las mujeres a hacer chistes de este tipo)
A JM Beltrán: pues no había pensado yo en lo del horario. ¿En verano también hay que abrir?

JM Beltrán dijo...

No solo teneis derecho, teneis la obligación de poner verdes a los guapitos :P ejem y sí, además los rubios son tontos XD

Es lo malo de las tiendas y ser autónomo, si cierras no cobras pero tienes que seguir pagando.

JM Beltrán dijo...

Me siento mal por meterme con los rubios ... pido disculpas a todos los rubios naturales, que los oxigenados ya llevan los suyo :P

Blaconcia dijo...

Jajaaj, JM que maldad. Pero ¿puede haber algo mas horrible que un rubio teñido???? Por favor, que se me pone la piel de pollo frito. Será que soy de otra generación y no cojo el punto a los señores con química en el pelo. Por cierto, hablando de pollo frito, habeis visto ultimamente a Ramoncín?? Cada día mas joven...como yo ;P

JM Beltrán dijo...

Maldad, pero que poco me dura, que me arrepiento al medio minuto jeje.
Supongo que los hombres también deberíamos tener derecho a ser rubios de bote, pero ... es que queda tan mal :DDD se ve que yo también estoy en otra onda ya.

El Sr. Ramoncín debe tener algun trato con el diablo, lo suyo no es normal.